ALTERACIONES
EN LA ESCRITURA
La
escritura se desarrolla cuando el infante es capaz de poder leer y, como
mínimo, comprender lo que lee.
Pero,
además, la escritura es la unión de lenguaje y de praxis. De modo que,
solamente puede realizarse cuando existe un grado de maduración y de
organización motriz. Esto sucede por cuanto la escritura requiere de una
pericia o fina coordinación de los movimientos espaciales.
Por
otro lado, la escritura es la representación simbólica y su comprensión sólo es
posible cuando el significado de esta se ha asumido mediante el aprendizaje.
La
copia es el primer paso que se le da al infante para que vaya familiarizándose
con las palabras y retenga la grafonomía de las mismas, y así vaya adquiriendo
el aprendizaje de la escritura.
Ningún
niño es capaz de poder escribir un dictado si antes no ha interiorizado las
palabras que escucha y, como mínimo, su posible significado.
Una
redacción sólo será posible ejecutarla cuando el infante haya asumido el
significado expreso de cada una de las palabras que va escribiendo. Es decir,
no es posible plasmar en el papel las ideas que una persona tenga si desconoce
las palabras adecuadas para plasmarlas sobre el papel.
En numerosas ocasiones la escritura del infante se ve aquejada por distintos déficits, ya sean de
tipo motriz o por otros motivos, sean de orden neurológico, psicológico o de
otras etiologías.
En
estos casos podemos hablar de alteraciones gráficas, disgráficas o disléxicas.
Las alteraciones gráficas pueden ser debidas a múltiples factores de orden afectivo-emocional.
Las
disgrafías acontecen cuando la escritura es defectuosa y sin que ningún
déficit, neurológico, psicológico o intelectual lo justifique.
Las
dislexias ocurren por múltiples factores, aunque, básica-mente, esta inscrita en
una insuficiencia de comprensión lectora, pero también por déficits
audiovisuales, así como, otras causas que no vamos a detallar aquí.
Los
zurdos, en un principio no deberían de tener alteraciones de la escritura por
el mero hecho de serlo, no obstante, plantean problemas afines a su zurdería,
desde el punto de vista de la escritura, ya que dependerá en gran medida de las
dificultades de orden motriz o dificultades en su esquema corporal espacial. De
ahí que muchos de los zurdos efectúen su escritura en espejo.
No
obstante, muchos infantes diestros también escriben en espejo, debido a
problemas de organización espacial.
En
los niños “normales” es fácil la reconducción para que escriban correctamente y
en los zurdos, a no ser que estén implicados otro tipo de problemas también,
siempre que tengamos presente cuál es el problema que subyace en su zurdería.
Ante
un infante zurdo que comete errores escriturales, tendremos que averiguar hasta
que punto es zurdo. Puede que sea zurdo, pero también inhábil del lado
dominante, lo cual requerirá la ayuda
necesaria para poder escribir con la mano izquierda. Cuando la tendencia
dominante no está suficientemente
establecida, la decisión dependerá del grado de integración de la mano
que ha escogido, ya sea para dibujar o escribir.
Por
último, llamamos la atención sobre los conflictos afectivos que ocasionan las
presiones o reprimendas, ya sea de maestros o progenitores, para que el niño
escriba correctamente o lo haga con la mano derecha (aunque, bien es verdad que
esta actitud ya no suele estar implicada de un modo general).
Para
finalizar, citaremos una serie de grupos específicos
que fueron formados por el equipo de J. de Ajuriaguerra y M. Auzias,
cuyas características especiales no pudieron ser catalogados como
“disgráficos”, pero que debido a su mala escritura quedaron referidas en su
libro “La escritura del niño,”, vol I
-Los
niños rígidos. –Los impulsivos. –Los débiles. –Los torpes. –Los lentos y
precisos.
F.
Xavier Serracant
Revista Trazos 42
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